Reportaje I Campamento Juvenil Pueblos y Nacionalidades Indigenas - Jorge Cano / Colectivo ElChuro - Wambraradio
Wiphalas
al viento y las voces en el aire
Roberto Chávez / Colectivo ElChuro - Wambra Radio
Relato sobre el
Primer Campamento Juvenil
de Pueblos y Nacionalidades
Con el sol perpendicular
de medio día, la radio móvil emprendió camino hacia el Sur de Quito, tras la
congestión habitual de esta hora, tomamos rumbo hacia la Provincia de Cotopaxi
en específico al Cantón Pujili a la Comuna de San Isidro donde nos esperaba el
Primer Campamento Juvenil de Pueblos y Nacionalidades.
Tras dos horas
de recorrido, encontramos al ingreso de un camino de tierra dos wiphalas que
bailaban al viento y nos daban la bienvenida a la Comuna de San Isidro. Esta
comunidad que desde hace décadas era parte de una gran hacienda y que es parte de
más 200 haciendas y monopolios de tierras que existen en el Ecuador.
Ya en el campamento la camaradería no se hizo
esperar, en medio de la diversidad de jóvenes y jóvenas de diferentes
nacionalidades, la chicha con trozos de piña fue el sabor de bienvenida para
las y los viajeros.
Un cielo que
permite aun ver estrellas y la noche fría no fue impedimento para que las
delegaciones juveniles emprendieran rumbo hacia las faldas de la montaña que
rodea la comunidad y fueran participes del ritual de purificación y
agradecimiento a la Pachamama para que bendiga este nuevo proceso juvenil.
Al invocar al
fuego y la rebeldía, los “hijos e hijas
del primer levantamiento” tomaron fuerza para los días de trabajo que aguardaban,
entre loas y proclamas, entre cantos y risas, el camino estaba trazado para
discutir desde la visión juvenil las problemáticas que afectan a pueblos y
comunidades, como decía una de las banderas del encuentro “Vivir corazonando, morir luchando”, esa la consigna.
Después de pocas
horas de sueño, el día empezó con el desayuno comunitario y el arreglo general
de campamento, tras dividir en unidades de trabajo a las y los participantes,
la discusión política se hizo presente en la “Minka de saberes”; allí se discutió sobre: Tierras, agua y
soberanía alimentaria, Depredación de la madre tierra y crisis climática, Trabajo
digno para jóvenes, Educación transformadora e intercultural y Forma
organizativas y manifestaciones culturales juveniles.
Cada una de las
mesas de trabajo, mostraba discusiones y realidades diferentes, la posibilidad
de tener jóvenes de diferentes sectores indígenas del país, permitió entender
las problemáticas de las comunidades y sumar saberes y soluciones para
dificultades que no son solo del sector indígena, sino también del colectivo
nacional juvenil.
Como un
campamento juvenil no solo puede quedar en discusión y debate, los juegos
autóctonos y tradicionales dieron la dosis de alegría y adrenalina a esta
reunión. La carrera tres pies, la carrera de zambos, los atracones, los
enzacados y la soga comunitaria, armada con la ropa de las y los integrantes de
cada unidades, permitió disfrutar una tarde donde la alegría invitaba al abrazo
colectivo, al zapateo y llamado a luchar organizase.
Cuando cayo el sol en San Isidro; la fiesta empezó. Cada una de delegaciones fueron el deleite de comuneros y participantes del campamento. El centro de la comunidad se lleno de colores y de juventud, con danzas autóctonas, ponchos multicolores, cortos ropajes amazónicos, la fiesta siguió como el fuego que permaneció encendido los tres días de campamento.
Quenas, zampoñas
y charangos, no solo hicieron bailar a las y los asistentes, sino también
zapatear y festejar el encuentro, así mismo invitaban a un pronto rencuentro y
también a que cada uno replique este evento en sus localidades, para que el
aprendizaje y la discusión no solo quede entre quienes pudieron ir sino también
en sus compañeros y compañeras.
El acuerdo entre
comunidad y campamento para no ingerir bebidas alcohólicas, permitió que los y
las participantes disfrute en plenitud de este evento y se preparen para la jornada
final de trabajo.
Con el grito
guerrero dio inicio día final del campamento, invitando a las y los
participantes a colocarse en ¡Pie de lucha! “Por la tierra, el agua y la vida”,
en acto simbólico tanto comuneros y compamenteros tomaron las tierras de la
hacienda aledaña a la comunidad, exigiendo la redistribución de la tierra y el
respeto a las comunidades. Según Severino Sharupi dirigente juvenil de la
CONAIE “En 1990, año del primer
levantamiento indígena, la exigencia era la eliminación total y la distribución
de tierras de las más de 270 haciendas que había en el Ecuador, tras veinte y
dos años de esta movilización la tierra continua en pocas manos y los grandes
latifundios se esta volviendo a conformar”[1].
Al final la toma
simboliza, el abrazo colectivo invitó al pronto rencuentro y a la espera para
el nuevo llamado. Así dejamos San Isidro, con el ánimo de volver y la esperanza
puesta en que los y las jóvenes aportamos y construimos nuestra propia historia
y la historia de nuestra comunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tus comentarios aqui: